miércoles, 27 de enero de 2010

La evolución de un sinsentido

Ojalá un día me levante y todo sea distinto. Ojalá no existan árboles ni pájaros, que la naturaleza se haya extinguido. Quiero mirar por mi ventana y ver tan sólo fábricas y contaminación. Respirar humo de residuos tóxicos, que mis pulmones se envenenen con cada bocanada de aire que respire.

Salir a la calle y que en cada rincón haya una persona muerta. Que su estado de putrefacción haga imposible e insoportable el olor, el ambiente.
Quiero que en vez de agua salga fango de mi ducha. Líquido corrosivo que destroce mi piel. Quiero sentirme violada a cada instante, sentir que me manejan y que no puedo pensar por mí misma. Me gustaría no saber leer ni escribir. Ojalá viviera en la ignorancia.

Una venda sobre mis ojos que ya han visto demasiado. Me vuelvo demasiado peligrosa, cada vez tengo más conciencia: eso es malo. Merezco un castigo.

Excesivo.

Evoluciono. ¿Creo en Dios? No creo, por lo menos ya oigo a algún pájaro cantar. Mis pulmones dejan de sangrar junto con mi piel. Me planteo que quizás pueda ser libre. Mis ojos están vendados pero alguien ha encendido la luz.

Resucito.

Decepción. ¿Qué esperaba? ¿Acaso tenía pensado ver mariposas y prados verdes?¿Creía que encontraría a todos los seres humanos dados de la mano cantando por el amor y la fraternidad? ¿Es que se me valora en igual medida que al resto de las personas?

Falso.

¿Creo en Dios? No, creo en el hombre, en la persona, en el ser humano y en cómo puede cambiar el mundo. La fe mueve montañas según dicen, pero no mueve la fe de otros. ¿De qué me sirve mi buena voluntad y mi fe en el progreso? En la situación actual de nada. Me da igual bajo qué bandera, tribu o compañía suceda. Sólo quiero encontrarme a mí misma y que eso me ayude a ser mejor persona. Ojalá el resto de la humanidad también se encuentre, pero es una búsqueda que la mayoría no sabemos como emprender.

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