lunes, 30 de agosto de 2010

Siempre con ganas de más

Un beso no tan largo como te gustaría. Palabras cariñosas que nunca se dicen. Ver que abre la boca pero finalmente no habla. Un gesto hacia ti que no llega a tocarte. El cruce de miradas que acaba pronto porque la aparta. Una historia que parecía tan buena y resulta no serlo. Un regalo de cumpleaños mediocre de quien no te esperabas. La esperanza destruida al finalizar el día y darte cuenta de que falta alguien por llamarte. Mirar el móvil para ver la hora y no acordarte de ella al segundo. Que se lleve tu plato el camarero cuando ibas a mojar el último trozo de pan. Que te arrebaten el último trago de tu vaso. La melodía que escuchas pero no logras identificar. La incertidumbre al escrutar su expresión. El recorrido de tus ojos por el cielo tras ver una estrella fugaz. Poner una canción y que se corte antes de llegar al estribillo. Que te llamen cuando vas por la última página. Despertar y sentir que has dormido un segundo. El ruido que interrumpe un sueño de esos de los que te acuerdas. La frase "ya te contaré que ahora mismo no puedo". Una despedida. Cuando para de caer agua de la ducha. Agotar un bote de ketchup. La publicidad en el último minuto de película. El límite de Megavideo. Un abrazo demasiado corto. Que no te salgan las palabras. Un estornudo que no sale. Un pincho de aceitunas. El teléfono que se corta cuando te iban a decir lo importante. Cuando no llama. Mandar un mensaje y esperar esa respuesta que parece nunca llega. Que se apague el ordenador cuando queda el 1% para completar. Acabarse las palomitas y buscar en la bolsa las que estaban a punto de explotar. Un camino de huellas que se corta en medio de la nada. Sólo dos besos y hace meses que me moría por verte. A punto de lamer el helado y se cae. Aunque corriendo, llegar a la parada pero no darte tiempo a coger el autobús que se está yendo. Un cigarro entre cuatro. Después de esa noche esperar su llamada. Jugar al bingo sin éxito. Buscar el frío bajo la almohada en una noche calurosa. Encontrar más ejemplos. Vivir.

jueves, 12 de agosto de 2010

Like a star...


Hace poco comenzaron las lágrimas de San Lorenzo. Ayer mismo unas amigas, mi hermano y yo nos alejamos un tanto de la civilización para poder apreciar las estrellas en condiciones. En total vi como unas cuatro estrellas fugaces. Sinceramente, nunca había visto tantas seguidas y de esa forma.

Es algo fabuloso, como una cosa puede ser a la vez tan luminosa, mágica y a la vez tan fugaz. Pensándolo con detenimiento, es como la propia vida.

Luminosa. Cual estrella que surca el cielo, al nacer, nosotros tratamos desde el principio de destacar, tratamos de que aunque sea por una milésima de segundo se nos tenga en cuenta, atraer la atención de los demás. Queremos que se maravillen con nosotros, con nuestra aptitud, pensamientos, que se embelesen con nuestro rastro luminoso y que en sus caras se dibuje una sonrisa bobalicona sólo por el hecho de habernos visto pasar.

Mágica. Que de dos células microscópicas pueda surgir algo tan complejo y maravilloso como es la vida, parece cosa de magia. Por supuesto, todo tiene su explicación, sin embargo siempre es necesario creer en algo. No hablo de religiones ni fe en nada, se puede creer simplemente en los principios éticos de cada uno. Y parece cosa de magia que el ser humano, pese a las diferencias entre los de su especie haya logrado sobrevivir tantísimo tiempo sin desaparecer.

Fugaz. La vida es un suspiro. No hay tiempo apenas para planteársela, ¿la solución? limitarse a vivirla y a disfrutarla. No pensar en el mañana.

La vida planteada como una metáfora de una estrella fugaz. Sin embargo, esta metáfora es aplicable a muchos más conceptos. Por supuesto, el amor.¿Alguien se atreve a negarme que el amor no es como una brillante luz mágica, sin embargo, en la mayoría de los casos efímero?

No soy pesimista, pero todo lo que empieza, tiene un final. Nuestro gran problema es que ese final, casi siempre nos destroza. Duele ver como esa luz se apaga, como esa magia desaparece para dar paso a una realidad en la que sólo nos vemos a nosotros mismos en el espejo. Sentimos como si desapareciera una parte importante que nos pertenecía. Entonces, ¿que hacer?

Es muy simple. Cuando vemos una estrella fugaz la emoción nos embarga, nos sentimos felices por haberla visto, pero al ser tan rápida lamentamos no haber podido disfrutar por más tiempo de su fulgor. Lo siguiente que sentimos es desorientación. Escrutamos el cielo en busca de una nueva estrella fugaz que nos haga sentir lo mismo, y por un momento experimentamos un tanto de desesperación por no encontrarla.

Tal vez aparezca otra o tal vez no. Podemos dejar que nuestra mente se relaje viendo el cielo y tal vez con suerte y sin que lo busquemos aparezca por fin esa estrella que tanto ansiábamos, pero no debemos sufrir por ello, sino disfrutar en el camino.

Lo que no te mata te hace más fuerte.