En serio, ¿qué le he hecho al mundo?Hoy ha sido uno de los días más vacíos que he tenido desde hacía ya mucho tiempo, y ¿a quién cojones le importa eso? Yo me respondo: a nadie.
Uno de esos días que necesitas hablar, desahogarte, llorar, que alguien trate de arrancarte una sonrisa, de que se preocupen un poco por ti, que piensas que si no te hubieras levantado de la cama habrías obtenido la misma satisfacción que habiéndolo hecho...un día que no es de los mejores, y sin embargo...no hay nadie con el que hayas podido hablar todo lo que quisieras, ni con el que te hayas podido tumbar y dejar fluir las palabras, nadie con quien poder llorar y explotar, nadie que se haya preocupado por cómo estés, nadie que te haya alegrado el día con un simple gesto... ni un solo abrazo hoy, ni un beso en la mejilla por parte de nadie, una mirada cómplice o un te quiero. Nada. Me he dado cuenta de que me tengo a mí misma,al final de todo soy lo único que tengo y me quiero.
Eso parece que está considerado un delito, no por ello descuido a los demás ni dejan de preocuparme, todo lo contrario, pero ¿tan malo es que merezco que un día el mundo me de la espalda? Sé que nadie se dará por aludido, sobre todo porque la mayoría no es consciente y al final no soy la única que puede pensar en sí misma, pero hay cosas que duelen. He perdido parte de mi pasado y tristemente he perdido algo de mi presente, no sé cómo ha ocurrido, pero duele. Como dice una frase de una de mis películas favoritas "... pero yo no quería vivir en ningún sitio". Ahora mismo yo tampoco, me gustaría desaparecer no sé, dejar de lado las preocupaciones. Hace poco escribí acerca de la felicidad, con esto no estoy renegando de aquellas palabras, las mantengo.
Pero todos tenemos días malos y necesitamos desahogarnos, y ya que hoy no ha habido nadie a quien esto le haya interesado, he vuelto a donde antes decía: a contármelo a mí misma. ¿el colmo del egoísmo? Egoísmo no señores, es que sino me escucho yo, no sé quién cojones lo va a hacer.
Pese a esto, hay personas que siempre están ahí, aunque estén lejos y apenas hablemos con ellas, pero se sabe que se puede contar con ellas. Esas personas son las únicas que ahora mismo me ofrecen un poco de ilusión. Con esto, respiro hondo y leo lo que escribí sobre la felicidad: mañana será otro día.
jueves, 10 de junio de 2010
lunes, 31 de mayo de 2010
¿Medio lleno o medio roto?

Poco a poco las comisuras de mis labios se tensan hacia arriba. Unas pequeñas arrugas se forman en el contorno de mis ojos y mis mejillas se elevan. Todo esto me ocurre de forma involuntaria. Y todo porque me he dicho a mí misma: sonríe. Me estaba planteando sobre qué podía escribir, acababa recurriendo a temas bastante tristes y existenciales, de los cuales me gusta hablar, pero de los cuales también necesito desconectar a veces. Quería algo positivo, necesitaba gritar al mundo ¡que me apetece sonreír!¡que quiero gritar de emoción! lástima no poder saltar mientras escribo, de poder ser así ahora mismo las nubes me mirarían desde abajo planteándose que clase de poder me impulsó hasta allí.
No tengo motivo en concreto para estar así, sin embargo ¿acaso es necesario?. Hay días en los que sin saber porqué te levantas y sientes que es un mal día, a partir de ahí todo te sale mal y no ves el vaso medio vacío no, lo ves enteramente vacío. Esos días nadie los discute porque parece comprenderlo todo el mundo, entonces ¿porque la gente no comprende de igual forma los días felices sin más? ¿Es que tiene que haber una razón para todo? Señoras y señores esta mañana me quedé dormida dos horas después de que sonara mi despertador, no tengo tabaco y cuando he salido de la ducha he roto un vaso en el baño que se ha roto en mil pedazos,mañana tengo un examen, pero ¿saben qué? ¡me da igual! Estoy sonriendo. Cada día es un regalo de la vida que hay que disfrutar. Si hoy sonrío mañana podré volver a llorar, ¿quién sabe? a lo mejor vuelvo a sonreír. Por eso agradezco tener una vida, porque cada día es una aventura que nunca sabemos que nos deparará. ¿Felicidad? Siento tener que desechar esa idea de mi mente. La felicidad no existe, como bien decía la canción, lo que existen son los momentos felices. Realmente son los que dan sentido a la existencia. Todo lo que hacemos es por el fin de alcanzarla. Lo bueno no es alcanzarla sino disfrutar del trayecto. Esta felicidad plena no existe, tan sólo existe para aquellas personas insensibles diría yo, ya que todo no puede ser perfecto, siempre hay algo que puede mejorar. Lo que hay que hacer es disfrutar de aquellas cosas casi perfectas, alegrarse, dejar que esa sonrisa nos envuelva y que el aire entre en nuestros pulmones llenando los huecos que las tragedias nos dejan. Es un relleno simbólico, porque hay huecos que jamás se podrán volver a tapar. Pese a ello no debemos amargarnos al pensar en que ya terminó, en que no volverá a ocurrir sino que debemos alegrarnos porque algún día ocurrió, o porque alguna vez nos sentimos felices con ello.
Olvida todo lo malo que te haya pasado hoy. Chasquea tus dedos y déjate llevar por una música que no existe pero que tú conoces. Esa música que todos llevamos dentro. En la que pensamos cuando nos dejamos llevar, cuando actuamos sin pensar, cuando reímos a carcajadas, cuando nos sentimos despreocupados...la que va acompañada de esa sensación que te sube por la espalda.
Ojalá pudiera describiros cómo estoy ahora mismo. Lo intentaré: Estoy escuchando música (MIKA gracias, este hombre me ha animado muchísimo siempre), estoy sentada en la cama y mis pies no pueden parar de moverse, son la parte de mi cuerpo que baila porque yo estoy tratando de escribir a la vez que disfrutando del momento. De vez en cuando mis brazos se separan del teclado y se unen a mis pies en el acompañamiento de la música y desde que he escrito la primera línea no he dejado de sonreír.
Con tan sólo pensar "quiero sonreír" se consigue y es una droga, la mejor y más sana del mundo. Nada en esta vida es suficiente como para hacer que nunca más seamos capaces de sonreír. Las únicas cosas que debemos permitir en algún momento que nos pongan tristes o ablanden nuestra felicidad, son las cosas que en algún otro momento nos produjeron cierta satisfacción. Pero debemos de saber valorar si compensa nuestra tristeza con la felicidad que fueron capaces de hacernos sentir.
El vaso no siempre está medio lleno, sin embargo podemos rellenarlo hasta que esté completamente lleno. Todo depende de nosotros mismos. Así que no creas que hace falta una preparación específica para lograrlo, tan sólo hazlo.
sábado, 29 de mayo de 2010
El día en que los recuerdos nublaron mi mente...
No puedo dejar pasar más tiempo. Tengo demasiadas cosas en mente guardadas, necesito un respiro. Es que así no hay quién estudie. Ayer fue un día bastante raro. Volví al pasado, en casi todas sus formas. Sin darme cuenta, la peor temporada de mi vida me vino al recuerdo de golpe y me dejó K.O. Lo peor no es sólo haberlo recordado, sino haberme dado cuenta de más cosas que antes no había entendido.
Pensaba que tan sólo yo era sufridora de mis propios actos, sin embargo ayer me di cuenta que una de las personas a las que más quiero en esta vida, lo pasó incluso peor que yo. Le hice sufrir. Además de haber estado mal fui una egoísta. Me doy cuenta de que únicamente pensaba en mí: en MIS "enfermedades", en MIS ansiedades, en MIS depresiones, en MIS notas, en MI estado de ánimo, en MI, en MI, ¡en MI! ¡Joder! ¿y qué pasaba con MI familia?¿y MIS amigos? ¿al estar fuera de MI persona ya no tenían importancia? Ayer me planteaba porqué cojones había tenido que tomar yo pastillas, porqué bebí los vientos por un médico que sólo me aumentaba la dosis...hablando con ella me di cuenta de que no todo era como siempre había pensado. Siempre creí que yo sola había sido la víctima, sin embargo todo cuanto había a mi alrededor pasó a serlo también. Lo único que se me ocurre decir es lo siento.
Siguiendo con el día de ayer más recuerdos me asaltaron, creía que ya lo tenía superado, pero con unas pocas fotos antiguas todo cambia. Era la impotencia la que empujaba a las lágrimas fuera de mis ojos. Impotencia no por tratar de cambiar el pasado, sino ese sentimiento de nostalgia fortísima que te atraviesa desde el pecho hasta la garganta, ese sentimiento que te impide tragar e incluso respirar, ese sentimiento que intentas no oir en tu cabeza. Lo sientes pero no lo escuchas, porque tratas de mantener una llama encendida dentro de tí para que siempre quede el recuerdo y la esperanza. Pero que sin embargo te hace saber que no la volverás a ver nunca más. También lo siento, por no haberte dicho nunca todo lo que te quería ni haberte entendido mejor. Otra vez yo misma me traicioné, pensando sólo en MÍ, en MÍ misma y en MIS problemas. Lo siento.
Tras un día lleno de recuerdos que me hicieron menguar, llegó un momento en el que no sabía qué hacer: estaba en mi habitación, no quería comer, ni fumar, ni moverme, podría permanecer sentada en la silla de mi escritorio eternamente que apenas notaría algo. No era tristeza lo que sentía, ni impotencia, tan sólo estaba bloqueada y pendiente de seguir consciente. Por suerte unas palabras bonitas hicieron que saliera de mi letargo y me animaron el día. Puede parecer una estupidez o todo lo contrario: que dé demasiada importancia a esas palabras. Cualquier otro día a lo mejor unas simples palabras hubieran pasado apenas por un simple elogio para mí, sin embargo, ayer, esas simples palabras me hicieron sonreír y volver a la realidad: a la dura, jodida y sin embargo a veces dulce y apacible realidad. Aunque no sepas ni de la existencia de esto: GRACIAS, no creo que seas consciente de lo que unas míseras palabras pueden hacer por una persona en el momento oportuno.
Ayer, antes de dormir, me puse una película. Los tres caballeros. Recuerdo que cuando cuidabas de mí siempre la veía. Tal vez sólo yo me acuerde de esto, es lo más probable, pero lo sé. Como ya dije un día no necesito nada material para poder acordarme de tí. Acordarme significa haber olvidado previamente. De eso te aseguras tú apareciendo en mis sueños de vez en cuando, de que no haya olvido, y te lo aseguro: no lo hay.
Pensaba que tan sólo yo era sufridora de mis propios actos, sin embargo ayer me di cuenta que una de las personas a las que más quiero en esta vida, lo pasó incluso peor que yo. Le hice sufrir. Además de haber estado mal fui una egoísta. Me doy cuenta de que únicamente pensaba en mí: en MIS "enfermedades", en MIS ansiedades, en MIS depresiones, en MIS notas, en MI estado de ánimo, en MI, en MI, ¡en MI! ¡Joder! ¿y qué pasaba con MI familia?¿y MIS amigos? ¿al estar fuera de MI persona ya no tenían importancia? Ayer me planteaba porqué cojones había tenido que tomar yo pastillas, porqué bebí los vientos por un médico que sólo me aumentaba la dosis...hablando con ella me di cuenta de que no todo era como siempre había pensado. Siempre creí que yo sola había sido la víctima, sin embargo todo cuanto había a mi alrededor pasó a serlo también. Lo único que se me ocurre decir es lo siento.
Siguiendo con el día de ayer más recuerdos me asaltaron, creía que ya lo tenía superado, pero con unas pocas fotos antiguas todo cambia. Era la impotencia la que empujaba a las lágrimas fuera de mis ojos. Impotencia no por tratar de cambiar el pasado, sino ese sentimiento de nostalgia fortísima que te atraviesa desde el pecho hasta la garganta, ese sentimiento que te impide tragar e incluso respirar, ese sentimiento que intentas no oir en tu cabeza. Lo sientes pero no lo escuchas, porque tratas de mantener una llama encendida dentro de tí para que siempre quede el recuerdo y la esperanza. Pero que sin embargo te hace saber que no la volverás a ver nunca más. También lo siento, por no haberte dicho nunca todo lo que te quería ni haberte entendido mejor. Otra vez yo misma me traicioné, pensando sólo en MÍ, en MÍ misma y en MIS problemas. Lo siento.
Tras un día lleno de recuerdos que me hicieron menguar, llegó un momento en el que no sabía qué hacer: estaba en mi habitación, no quería comer, ni fumar, ni moverme, podría permanecer sentada en la silla de mi escritorio eternamente que apenas notaría algo. No era tristeza lo que sentía, ni impotencia, tan sólo estaba bloqueada y pendiente de seguir consciente. Por suerte unas palabras bonitas hicieron que saliera de mi letargo y me animaron el día. Puede parecer una estupidez o todo lo contrario: que dé demasiada importancia a esas palabras. Cualquier otro día a lo mejor unas simples palabras hubieran pasado apenas por un simple elogio para mí, sin embargo, ayer, esas simples palabras me hicieron sonreír y volver a la realidad: a la dura, jodida y sin embargo a veces dulce y apacible realidad. Aunque no sepas ni de la existencia de esto: GRACIAS, no creo que seas consciente de lo que unas míseras palabras pueden hacer por una persona en el momento oportuno.
Ayer, antes de dormir, me puse una película. Los tres caballeros. Recuerdo que cuando cuidabas de mí siempre la veía. Tal vez sólo yo me acuerde de esto, es lo más probable, pero lo sé. Como ya dije un día no necesito nada material para poder acordarme de tí. Acordarme significa haber olvidado previamente. De eso te aseguras tú apareciendo en mis sueños de vez en cuando, de que no haya olvido, y te lo aseguro: no lo hay.
lunes, 5 de abril de 2010
Relato de una fotografía

Estábamos en una especie de graduación, la gente de mi alrededor iba engalanada y muy bien vestida. Alguien dijo "¡venga, una foto!". Sin más preámbulos todos nos concentramos y nos tomaron la fotografía. Se me ocurrió la idea de que podía hacer yo una a todos y que el fotógrafo saliera en la siguiente. Y así fue. Aquella fue la primera vez que la cámara estuvo entre mis manos, nunca más la solté.
Lo siguiente que recuerdo fue que me hicieron un encargo: debía capturar una imagen especial, algo que no fuera nada usual. De ese modo, me dirigí a la playa en busca de algo que me sirviera.
Estaba anocheciendo, cualquier imagen que pudiera haber sido buena, habría sido imposible de identificar con aquella oscuridad. Pero, de repente, algo llamó mi atención en la orilla: una especie de objeto viscoso se zarandeaba sin control a medida que las olas hacían de él un banderín. Me acerqué con cautela con mucha curiosidad. A medida que me iba acercando me fui percatando de que era un ser vivo (o al menos lo había sido). Era un calamar, bastante grande además. Comencé a contar sus tentáculos pero algo distrajo mi atención y perdí la cuenta. El ser se movía, pero flotaba en la superficie. Parecía un insecto de aquellos que aparecen en los estanques, un aclaraaguas como yo los llamo.
Esto no era algo normal para un calamar, además daba la impresión de ir persiguiendo algo. Había otros tres bultos que hacía intentos de escapar de los tentáculos del invertebrado, sin embargo no logré identificar la naturaleza de éstos.
Me pareció una gran imagen, todavía no sé porqué, pero quise fotografiarlo. De modo que cogí la cámara y saqué una foto. No me gustaba la perspectiva, con lo que me agaché y traté de hacer un primer plano del calamar con los otros tres seres difuminados al fondo. Perfecto, eso era lo que quería. Comprobé el carrete para ver cuantas fotos me quedaban disponibles: ¡imposible! ¡tan sólo llevaba hecha una foto! La primera...la que yo no había hecho. Examiné minuciosamente la cámara. Se me cayó el alma a los pies al darme cuenta de que no había corrido el carrete en ninguna de mis fotos. Se trataba de una cámara antigua y había que hacerlo, además de levantar la tapa del objetivo en cada disparo. Traté de calmarme, había perdido todas las fotos de la graduación, pero fotos importantes sólo había perdido las dos que acababa de hacer al calamar.
Alcé la vista, ya no estaba, había desaparecido. Un sentimiento de pesadumbre y desesperación comenzó a apoderarse de mí, pero mi vista fue más rápida que el sentimiento y escrutó a lo lejos cuatro figuras que se iban alejando de la costa. Podía lograrlo. Corrí el carrete, levanté la tapa del objetivo y me adentré en el frío y oscuro mar.
El agua me iba congelando y calando más y más conforme me iba adentrando en el agua. Cuando llegué a la altura del calamar, el agua me cubría por encima del pecho. El hecho de que hubiera una gran corriente y gran cantidad de olas no ayudaba en mi tarea. Estaba en una posición perfecta para hacerlo, de modo que me coloqué y saqué la foto en la perspectiva que antes había creído hacer. Sonreí, lo había logrado, tenía la foto. Miré a mi alrededor, todo estaba oscuro: estaba perdida y la corriente me impedía hacer pie.
Comencé a nadar por el simple hecho de no ahogarme. Cuando ya creía que no aguantaría ni un minuto más, divisé a lo lejos una gran sombra que flotaba en la superficie marina. Sin dudarlo, nadé sin descansó aproximándome cada vez más a ella. A medida que me acercaba, iba tomando forma a mis ojos y, hubo un momento en el que no tuve ninguna duda de lo que era. Era una pancarta, pero no una pancarta cualquiera, una de esas pancartas que llevan algunas avionetas para hacer publicidad en las playas. En aquel momento podría haber pensado en agarrarme a ella, sin embargo lo primero que pensé fue en hacerla una foto. De nuevo cogí mi cámara, corrí el carrete y levanté la tapa del objetivo. Lo último que recuerdo de aquello fue una gran sacudida por parte de una ola.
Un rayo de sol fue el que hizo que abriera los ojos. Estaba amaneciendo. Miré a mi alrededor y comprobé lo que más temía: aún seguía en pleno mar. Era un milagro que todavía estuviese viva y, sobre todo, que flotara sin más en pleno mar. Palpé debajo de mí y casi solté una carcajada al darme cuenta de que estaba sobre una lona. Esta no era otra más que la de la pancarta. Feliz por mi supervivencia, la adrenalina se me subió cuando descubrí a lo lejos una especie de construcción. Mi pulso se aceleró y sentí una ola de energía renovada dentro de mí. Sin pensármelo dos veces, salté al agua y comencé a nadar hacia allí. La pancarta me seguía lentamente en mi camino hacia la salvación.
Por fin llegué, estaba a punto de subir a la plataforma de piedra cuando de nuevo opté por lo menos seguro: quería hacer una foto. De forma mecánica cogí la cámara, corrí el carrete y levanté la tapa del objetivo. Tomé la foto, la última, porque antes de que pudiera darme cuenta una gran ola me derribó y me llevó con furia a través de un canal que se formaba entre la estructura de piedra.
La pancarta se cernía sobre mí, lo que me asustaba no era eso, sino la gran barra de metal que tenía en uno de sus laterales, barra que serviría como anclaje en la antigua avioneta que la transportaba. El agua empezaba a inundarme los pulmones y el golpe del metal estaba próximo. Lo único en lo que pensaba era en mantener la cámara en la superficie y en fotografiar todo cuanto pudiera. Pero no pude.
Estando al borde de una muerte segura, repentinamente me fije en una pequeña escotilla que había en una de las paredes del canal. No sé muy bien cómo lo hice, pero logré agarrarme a ella. Con un esfuerzo sobrehumano abrí la compuerta y la propia presión me metió con violencia en una especie de compartimento que consistía en cuatro paredes totalmente blancas. Pese a haber entrado, el agua se colaba a raudales y me costaba mucho cerrar la escotilla. La desesperación hizo que pronto me planteara: ¿seré capaz de cerrar o moriré ahogada? Aunque en el caso de lograr cerrarla, me encontraba en un zulo de cuatro paredes cuya única salida y entrada significaba la propia muerte. Si me salvaba ¿acaso me encontraría alguien alguna vez, o me quedaría allí sola para siempre hasta que muriera por falta de recursos?
Al despertarme en mi cama esta mañana, tenía la curiosa sensación de estar mojada, y eso que todo había sido un sueño...
viernes, 2 de abril de 2010
Cooperación y menos egoísmo

Con una, sólamente con una mísera columna del Vaticano se podría dar de comer a la mayor parte de la población africana. ¿Y aún así tienen la cara dura de seguir pidiendo dinero? Por favor, ¿cómo se puede llegar a tal grado de hipocresía?
El otro día estuve viendo en el programa Buenafuente un reportaje en el cual se calculaba el dinero que ganaba la Iglesia cada año, ¡Qué barbaridad! la cifra superaba los 15 mil millones de euros. Aún así, la mayoría de los cristianos todavía creen que la Iglesia se alimenta a base de fe.
Aparte de que estoy en contra de cualquier tipo de religión, es decir, de cualquier teoría que nos arrastre a todos cual rebaño y no nos deje pensar por nosotros mismos; además de provocar conflictos con otras religiones por cosas que la mayoría no llega a comprender nunca; aparte de todo eso, ¿es que no se dan cuenta de que están jugando con ustedes?¿con su fe? Dejando al margen mi oposición a ciertas creencias respeto la fe, me parece estupendo que cada uno tenga la suya propia, lo que me indigna es que se juegue con esto.
La ignorancia de las masas ha sido siempre el punto fuerte para los mandatarios del mundo: cuanto más pobres y analfabetos mejor, más manejables. ¿De verdad creen que los altos cargos de la Iglesia creen y siguen a pies juntillas la doctrina católica? Pues si así es están muy equivocados. El Papa no viste con tela de esparto ni bebe un vaso de agua al día, al contrario que millones de personas en todo el mundo, ¿y es él el que va difundiendo ideas de fraternidad y ayuda al prójimo?
No estoy diciendo que la gente no crea en lo que quiera, ni mucho menos, sólo digo que abran los ojos, que miren más allá. Hay algo más que el bien o el mal, no todo son polos opuestos, algo bueno siempre acarrea algo malo y viceversa, tan sólo hemos de ser capaces de compensar esa balanza.
El mundo no cambiará por mucho que yo lo desee, pero si me conformo tampoco lo hará. Luego, ¿qué solcución hay? Definitiva: ninguna. La única solución a largo plazo que veo es luchar por ello, las ideas que expongo no cambiarán la mente de todos, pero tal vez la de un par de personas. Con un par de personas que se planteen la realidad y abran los ojos, ya mis palabras no habrán sido en vano.
No se conformen con lo que hay, porque los conformistas son los que pueden contarlo, los que no tienen nada por lo que luchar, los que no se mueren de hambre y miseria cada día sin que nadie se inmute y, sobre todo, los que no impiden que esto siga pasando.
lunes, 22 de marzo de 2010
Edison ya lo había dicho
¿Llegará algún día?¿Hace falta que vaya a buscarle? Definitivamente no lo sé.
Estas dos preguntas pueden planteárseme en diversas situaciones:
- Situación primera: puedo estar hablando de un amigo que se ha ido de viaje y por el que estoy impaciente porque regrese.
- Situación segunda: ídem pero sustituyamos al amigo por el resultado de un examen.
- Situación tercera y la que la mayoría identificaría: el amor.
Esta tercera situación es la más común de las tres y, las preguntas que formulé al principio, la mayoría de las personas nos las planteamos alguna vez en la vida con relación a él. Esto demuestra que la mayoría de la gente da mucha importancia al tema, pero ¿por qué se da tanta importancia al amor? Más que al amor, a la búsqueda del mismo.
La respuesta es simple: necesitamos completarnos. Sin darnos cuenta en nuestro interior estamos fragmentados y, sin darnos cuenta, nos pasamos la vida tratando de llenar ese hueco. Es fabuloso que lo hagamos y pongamos empeño en ello pero, en muchas ocasiones, nos centramos tanto en la idea de tapar ese vacío que descuidamos otras partes que también son necesarias para estar completos.
Sí, el amor es una parte importante y todos lo anhelamos, sin embargo lo perfecto sería realizar esa búsqueda pero sin dejar de lado el resto.
¿De qué sirve estar enamorado sino tienes un amigo al que contárselo?
¿Puedes haber invertido tu vida en la idolatración de un ser perfecto que no conocías y cuando lo tienes no hay nadie más a quien le pueda interesar?
Estas cuestiones no sólo justifican mi opinión acerca de las demás partes sino que reafirman otro pensamiento que me viene a la mente: buscamos el amor, pero lo hacemos sólo pensando en el fin, en lo que tengamos con aquella persona especial. ¿Y si lo mejor de la búsqueda del amor es la propia búsqueda? Aquella en la que riamos, lloremos, disfrutemos o deseemos morirnos. Esos malos ratos y buenos. Aquellas personas que están ahí para reir con nosotros, que nos consuelan cuando sale mal y que pase lo que pase llenaran un hueco, para bien o para mal.
¿Cómo saber cómo es nuestra pareja perfecta si antes no hemos conocido a ninguna que no lo sea? Como dijo Edison cuando inventó la bombilla tras más de 1000 intentos: "No son fracasos, he conseguido saber 1000 formas de cómo no se debe hacer una bombilla".
Estas dos preguntas pueden planteárseme en diversas situaciones:
- Situación primera: puedo estar hablando de un amigo que se ha ido de viaje y por el que estoy impaciente porque regrese.
- Situación segunda: ídem pero sustituyamos al amigo por el resultado de un examen.
- Situación tercera y la que la mayoría identificaría: el amor.
Esta tercera situación es la más común de las tres y, las preguntas que formulé al principio, la mayoría de las personas nos las planteamos alguna vez en la vida con relación a él. Esto demuestra que la mayoría de la gente da mucha importancia al tema, pero ¿por qué se da tanta importancia al amor? Más que al amor, a la búsqueda del mismo.
La respuesta es simple: necesitamos completarnos. Sin darnos cuenta en nuestro interior estamos fragmentados y, sin darnos cuenta, nos pasamos la vida tratando de llenar ese hueco. Es fabuloso que lo hagamos y pongamos empeño en ello pero, en muchas ocasiones, nos centramos tanto en la idea de tapar ese vacío que descuidamos otras partes que también son necesarias para estar completos.
Sí, el amor es una parte importante y todos lo anhelamos, sin embargo lo perfecto sería realizar esa búsqueda pero sin dejar de lado el resto.
¿De qué sirve estar enamorado sino tienes un amigo al que contárselo?
¿Puedes haber invertido tu vida en la idolatración de un ser perfecto que no conocías y cuando lo tienes no hay nadie más a quien le pueda interesar?
Estas cuestiones no sólo justifican mi opinión acerca de las demás partes sino que reafirman otro pensamiento que me viene a la mente: buscamos el amor, pero lo hacemos sólo pensando en el fin, en lo que tengamos con aquella persona especial. ¿Y si lo mejor de la búsqueda del amor es la propia búsqueda? Aquella en la que riamos, lloremos, disfrutemos o deseemos morirnos. Esos malos ratos y buenos. Aquellas personas que están ahí para reir con nosotros, que nos consuelan cuando sale mal y que pase lo que pase llenaran un hueco, para bien o para mal.
¿Cómo saber cómo es nuestra pareja perfecta si antes no hemos conocido a ninguna que no lo sea? Como dijo Edison cuando inventó la bombilla tras más de 1000 intentos: "No son fracasos, he conseguido saber 1000 formas de cómo no se debe hacer una bombilla".
domingo, 14 de marzo de 2010
Uno meloso tenía que haber
Amistad: esa palabra tan gratuitamente usada en los tiempos que corren. Amo la amistad, amo a mis amigos pero ¿realmente ellos lo hacen de la misma manera?
Amistad, esa palabra que hace referencia a la unión de dos personas con fines únicamente lúdicos y sentimentales, de ningún modo sexual ni carnal.
A un amigo cuando le veo no quiero besarlo
A un amigo cuando le veo no pienso sólo en rozar su piel
De un amigo no busco siempre su atención ni me muero con cada sonrisa suya...
Mi lógica pues, me lleva a una cuestión: ¿por qué se me considera tu amiga si siento todo lo anterior cada vez que estoy contigo?
No estoy enamorada, no puedo estarlo. No te conozco lo suficiente como para merecerme un gesto que implique más que amistad entre tú y yo pero, según esto, tampoco te conocería lo suficiente como para ser tu confidente.
Me encanta escucharte, me alivia poder ayudarte, me enloquece que cuentes conmigo, pero hay cosas que duelen. Mis ojos, en esos momentos, se desvían a cualquier parte que no sean los tuyos, tratando de poner una pared invisible entre tu voz y mis oídos.
Tal vez haya sido yo, la que se ha confundido desde el principio. Me esforcé demasiado por ser más que una amiga y a lo mejor no logré ver que podía serlo, y de las mejores, y que sería lo bueno de nuestra relación. Una nueva pregunta me surge: ¿de verdad lo que quiero es perder tus risas a cambio de un beso que seguramente no lleve a ninguna parte y del que alguno de los dos, seguramente tú, se arrepienta?
Amistad, es necesaria en numerosas ocasiones y sana heridas.
Un abrazo que transmita toda la confianza del mundo y la seguridad de que no estás sola, en ocasiones ayuda más que un beso que no cosquilleé el estómago.
Amistad, esa palabra que hace referencia a la unión de dos personas con fines únicamente lúdicos y sentimentales, de ningún modo sexual ni carnal.
A un amigo cuando le veo no quiero besarlo
A un amigo cuando le veo no pienso sólo en rozar su piel
De un amigo no busco siempre su atención ni me muero con cada sonrisa suya...
Mi lógica pues, me lleva a una cuestión: ¿por qué se me considera tu amiga si siento todo lo anterior cada vez que estoy contigo?
No estoy enamorada, no puedo estarlo. No te conozco lo suficiente como para merecerme un gesto que implique más que amistad entre tú y yo pero, según esto, tampoco te conocería lo suficiente como para ser tu confidente.
Me encanta escucharte, me alivia poder ayudarte, me enloquece que cuentes conmigo, pero hay cosas que duelen. Mis ojos, en esos momentos, se desvían a cualquier parte que no sean los tuyos, tratando de poner una pared invisible entre tu voz y mis oídos.
Tal vez haya sido yo, la que se ha confundido desde el principio. Me esforcé demasiado por ser más que una amiga y a lo mejor no logré ver que podía serlo, y de las mejores, y que sería lo bueno de nuestra relación. Una nueva pregunta me surge: ¿de verdad lo que quiero es perder tus risas a cambio de un beso que seguramente no lleve a ninguna parte y del que alguno de los dos, seguramente tú, se arrepienta?
Amistad, es necesaria en numerosas ocasiones y sana heridas.
Un abrazo que transmita toda la confianza del mundo y la seguridad de que no estás sola, en ocasiones ayuda más que un beso que no cosquilleé el estómago.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)