sábado, 5 de febrero de 2011

Sin mirar el reloj

Cuando sientes que todo ha cambiado, cuando te das cuenta de que algo se está acabando, cuando al mirar atrás da un vuelco tu estómago porque te duele recordar, cuando te duele recordar porque hay cosas que no se volverán a repetir.

Sientes miedo, al qué pasará, a saber si todo podrá volver a ser como antes. Te da miedo hasta pensar. Algo que veías tan normal de repente se convierte en algo imprescindible en tu vida, porque sabes que era lo que la hacía especial. Esos pequeños detalles que día a día no tienes en cuenta son los que echas de menos, antes incluso de que pase el tiempo suficiente como para añorarlos.

Lo peor de todo es que no sabes qué es exactamente lo que ha cambiado y, sobre todo, no sabes de qué manera te va a repercutir. Tratas de imaginarlo, pero eso sólo te provoca un mayor malestar.

Pero, ¿sabes qué te digo? Que me da igual, que no puedo planear cada cosa que ocurre, que no puedo planificar cada salto de mi vida. Al igual que un sólo momento pudo cambiarlo todo, también puede haber otro nuevo que lo vuelva a cambiar. Por mucho que trate de controlarlo ocurrirá, no sé en qué sentido, nadie lo sabe. Sólo sé que hay cosas que siempre perduran, por eso no queda otra que ver hasta qué punto pueden hacerlo.

El tiempo es un arma que va en contra, que nos consume a cada paso, sin embargo también es el que nos enseña el camino y el que nos va aclarando dudas. Como decía la canción "¿Qué será, será? el tiempo nos lo dirá". Ojalá el tiempo juegue a nuestro favor. Si no, habrá que ser feliz de todas formas.

miércoles, 12 de enero de 2011

No del gusto

No canto muy bien, no soy buena en matemáticas, no soy ordenada, no soy una gran cocinera, no sé dormir si no es boca abajo, no soy la más inteligente, no soy una experta en cine, no soy delgada, no soy una belleza, no soy la mejor estudiante, no siempre hago lo que digo, no siempre digo lo que hago, no bailo bien, no tengo una voz bonita, no soy una experta en música, no sé pintar, no soy favorita de nada ni nadie, no sé hablar inglés perfectamente, no tengo estilo al vestir, no soy puntual, no gano nunca al Trivial, no soy fotogénica, no como sano, no destaco en nada, no soy normal.

Me gusta poner mis pies al lado del cepillo de las escaleras mecánicas, me gusta descubrir que en mi calle una fila de baldosas es distinta a las demás, no me gusta el oro, me gusta crujirme la espalda antes de dormir, me gusta ponerme el despertador en horas no puntuales, me gusta echarme el Nesqüik antes que la leche(fría) y tres cucharadas y media, me gusta hacer reír, me gusta ayudar a alguien y que me lo agradezca, no me gusta planificar las cosas, no me gusta mi perfil, me gusta engancharme a libros, me pone nerviosa cuando un globo explota cerca de mí, me gusta ir tarareando por la calle, me tranquiliza hablar sola, no me gusta llevar pendientes, me gusta repetir siempre el mismo proceso cuando me ducho, me gusta mirar como se mueven las nubes cuando voy por la carretera, no me gusta darle al botón "jamás para este equipo" es muy definitivo, me gusta imaginarme cosas antes de dormir, me gusta ver películas, me gusta ver ciertas películas sola, me gusta mirar el buzón y ver una carta para mí, me gusta meterme con el paraguas debajo de los canalones, me gusta andar descalza, me gusta el sonido de una azada en el campo, me gusta el olor a pueblo, no me gusta la gente falsa, me gusta probarme a mí misma. No me gusto en general, pero me encanta ser yo misma.

lunes, 22 de noviembre de 2010

humor marroncasinegro

¿A quién no le ha pasado nunca estar en el baño haciendo sus necesidades y al acabar, darse cuenta de que no hay papel? Joder, es algo que por naturaleza le pasa a todo ser humano alguna vez en la vida. La situación depende de cada caso, por ejemplo: aquella vez que entras y antes de sentarte en la taza ya ves que no hay papel, pero en ese momento no tienes tiempo de pararte y hacerlo bien, no, lo importante es actuar, tan sólo piensas:"ya veré luego como lo hago". Otra forma es la que yo llamaría "la de la traición", sí, algún traidor y mala persona de tu misma casa te hace la mayor putada de la historia diciendo para sí mismo inocentemente: "bueno aún le queda para por si acaso". Hijo de perra. ¡El hecho de dejar un cuadrado final que en cuanto tiras de ello se queda pegado la mitad al cartón no es una ayuda! Precisamente es una gran putada. Es jugar con la ilusión de la gente joder, que tu entras al baño y te despachas agusto porque piensas que hay papel, que no hay preocupación ni problema, vaya que te sientes seguro de tí mismo. Y claro, el momento en el que echas mano y te das cuenta de lo que hay sientes una gran frustración. La tercera y última es la peor de todas: cuando hay bastante pero lo has despilfarrado. Sí, el ser humano es codicioso por naturaleza y aquí lo demuestra. ¡No puedes coger un trozo como harías si tuvieras poco no! Tienes que coger medio rollo cada vez, porque vas de sobrado, te sientes casi como un dios. Te dices a tí mismo "sí, soy el puto amo tengo todo el papel que quiera y lo voy a usar sólo por una cara, ¡me lo merezco joder!". ¿Qué ocurre? Pues también depende de los casos: si vas de muy sobrado puedes gastar el rollo de dos veces (algo bastante inusual) o por la emoción puedes desenroscar todo el rollo y que éste ruede por el suelo en cuyo caso pueden pasar tres cosas: que se quede cerca de ti lo recojas y hagas un revoltijo de papel, que llegue hasta la zona de la bañera y quede totalmente empapado o que quede impoluto pero sin embargo te toque hacer la maniobra. La famosa maniobra, por nadie nombrada por todos efectuada. A todos nos ha pasado que, mientras mandábamos el fax, alguna vez nos hemos tenido que levantar a por algo, como por ejemplo el rollo de papel de antes. Primero resoplamos con furia, lo cual no sirve de nada. Después, nos incorporamos y avanzamos lentamente de una forma que nos hace parecer neandertales, porque claro, a la vez que tratamos de no salpicar la taza, nos movemos con los pantalones por los tobillos lo cual impide mucho movimiento. El momento del clímax es cuando uno se vuelve a sentar en el váter. Si antes uno se sentía dios, no era nada comparado con lo que siente en ese momento. Es una de las pruebas más difíciles que nos pone la vida.
Así bueno, llegamos al punto en el que nos hemos quedado sin papel. Existen numerosas opciones sobre lo que puede ocurrir a continuación. Si estamos solos en casa, el procedimiento anterior se repetirá, pero esta vez iremos andando así por toda la casa tan sólo rezando porque no entre nadie en ese momento. La segunda opción es la de "la persona cercana", repetiríamos el movimiento pero sólo hasta la puerta del baño, la cual abriríamos y asomaríamos la cabeza de forma que contorsionemos el resto del cuerpo para que no sea visto y gritemos "¡Papeeel!". Da igual quien sea el que lo traiga, tu te desgañitas y en cuanto gritas la palabra mágica escondes también la cabeza y tan sólo asomas la mano por la puerta, no sé, así te sientes más seguro todavía.
Luego está el caso más embarazoso de todos: cuando estás en casa ajena y con gente con la que no hay confianza (ya sea novio o novia y derivados). ¿Qué hacer cuando en esta situación nos quedamos sin papel? Hay dos modos: La de morirte de vergüenza y pedirlo pese a que luego no puedas volver a mirarlos a los ojos y la del vidé o en su defecto ducha. Esta última también es aplicable cuando en nuestra propia casa no hay nada porque haga falta comprarlo. El procedimiento es simple: agua, jabón y...¡rezar para que en la toalla no quede ningún rastro que nos delate!
Muchas gracias

sábado, 30 de octubre de 2010

Nubes y pájaros

Nubes grises sobre la que me hace pensar, sólo rompe el monótono gris un alado negro. Como un estado de la vida que nos hace ser siempre igual a no ser que una luz intensa atraviese nuestro cielo. Al pájaro con impávido vuelo, no le damos importancia, sólo aquel que bata las alas con más fuerza será el que llame nuestra atención. Aunque no todo está en su fuerza, ni en su rapidez, ni en su destreza lo más importante es el momento, la casualidad. Que coincida tu mirada con su vuelo, que ésta se centre en él y sobre todo, que en tu cielo desaparezcan nubes, soles y demás seres porque él es el único que podrás ver ahora. No es tu culpa, no es culpa del cielo, no es culpa del negro alado, ni siquiera de las grises nubes o el sol. Fue la casualidad la que hizo que él volara, y en ese momento, tu estuvieras mirando.

martes, 14 de septiembre de 2010

Descripción de lo imposible

El otro día intenté describirle el amor a una amiga mía. No el amor como suele interpretarse a primeras, es decir, el amor de enamoramiento. No, hablé del amor que se siente cuando sabes que quieres a una persona ya sea tu amiga o amigo, familiar o simplemente una persona especial para ti. Tras pensarlo un rato, las palabras, las cuales tardaron en unirse y tener sentido, logré explicar de cierto modo mi forma de ver el amor. Le dije a mi amiga:

Querer a alguien no es sólo compartir cosas con esa persona, no es sólo hablar con ella, saber de ella, preocuparte por ella. Esto es así puesto que hay miles de formas de relaciones y no hay un patrón que defina lo que una persona querida debe hacer o no para seguir siéndolo. Sin embargo si que hay algo que todas tienen en común. Es un sentimiento de unión que en días normales no somos capaces de percibir. Trataré de poner un caso más concreto para que se entienda.

Por ejemplo, imagina que tienes una amiga, pero que esa amiga vive a miles de kilómetros de distancia de ti. Por circunstancias concretas se tuvo que ir y no la has vuelto a ver en muchos años, no sabes nada de ella. Ni llamadas, ni cartas, ni e-mails. Nada de nada. Al principio te acordabas más de ella, sin embargo según ha ido pasando el tiempo ya ni te acuerdas.

Pero un día recibes una llamada de alguien que te da la noticia de que tu amiga ha fallecido. No sabías nada de ella, no tenías noticias suyas, pero al oír estas palabras algo en tí se ha roto, se ha destruido. Notas que una parte de tí ha desaparecido y que nada podrá sustituirlo. Entonces recuerdas aquellos momentos buenos que pasasteis y tiemblas, te atormenta la pesadumbre y te entristeces.

Y no, no es remordimiento por no haber mantenido mejor relación; ese sentimiento que te ha llevado al recuerdo es lo que yo considero amor.

El amor no implica contacto sensible y no es algo que se pueda romper, puede menguar desde luego, pero no desaparece. Alguien que ha amado nunca puede dejar de hacerlo, ni aunque este amor pase a ser odio, pues el odio es otro modo de dependencia.

Lo complicado es reconocer el momento en el que ocurre, el instante en que dices "quiero a esta persona". Normalmente es algo que va ocurriendo paulatinamente, a medida que conoces más a la persona. A todos nos ha pasado que un día lo hemos pensado y hemos dicho "no me imagino un mundo sin esta persona", sea como sea, la vea o no, sepa de ella o no, es que un mundo sin ella no tiene sentido. Y en ese momento sabemos que amamos, en mayor o menor medida, de un modo u otro.

Muchas veces surge la duda de saber si se ama o no, pero tan sólo con plantearnos este hecho ya le estamos dando tal importancia que nos indica que sí lo hacemos. En estos casos la dificultad no está en saber si queremos o no, sino en saber hasta qué punto lo hacemos. Una duda que siempre tendremos, pues no existe ningún artilugio que mida la cantidad de amor. Aunque queda claro que siempre hay un más y un menos, algo que no podemos controlar.

lunes, 30 de agosto de 2010

Siempre con ganas de más

Un beso no tan largo como te gustaría. Palabras cariñosas que nunca se dicen. Ver que abre la boca pero finalmente no habla. Un gesto hacia ti que no llega a tocarte. El cruce de miradas que acaba pronto porque la aparta. Una historia que parecía tan buena y resulta no serlo. Un regalo de cumpleaños mediocre de quien no te esperabas. La esperanza destruida al finalizar el día y darte cuenta de que falta alguien por llamarte. Mirar el móvil para ver la hora y no acordarte de ella al segundo. Que se lleve tu plato el camarero cuando ibas a mojar el último trozo de pan. Que te arrebaten el último trago de tu vaso. La melodía que escuchas pero no logras identificar. La incertidumbre al escrutar su expresión. El recorrido de tus ojos por el cielo tras ver una estrella fugaz. Poner una canción y que se corte antes de llegar al estribillo. Que te llamen cuando vas por la última página. Despertar y sentir que has dormido un segundo. El ruido que interrumpe un sueño de esos de los que te acuerdas. La frase "ya te contaré que ahora mismo no puedo". Una despedida. Cuando para de caer agua de la ducha. Agotar un bote de ketchup. La publicidad en el último minuto de película. El límite de Megavideo. Un abrazo demasiado corto. Que no te salgan las palabras. Un estornudo que no sale. Un pincho de aceitunas. El teléfono que se corta cuando te iban a decir lo importante. Cuando no llama. Mandar un mensaje y esperar esa respuesta que parece nunca llega. Que se apague el ordenador cuando queda el 1% para completar. Acabarse las palomitas y buscar en la bolsa las que estaban a punto de explotar. Un camino de huellas que se corta en medio de la nada. Sólo dos besos y hace meses que me moría por verte. A punto de lamer el helado y se cae. Aunque corriendo, llegar a la parada pero no darte tiempo a coger el autobús que se está yendo. Un cigarro entre cuatro. Después de esa noche esperar su llamada. Jugar al bingo sin éxito. Buscar el frío bajo la almohada en una noche calurosa. Encontrar más ejemplos. Vivir.

jueves, 12 de agosto de 2010

Like a star...


Hace poco comenzaron las lágrimas de San Lorenzo. Ayer mismo unas amigas, mi hermano y yo nos alejamos un tanto de la civilización para poder apreciar las estrellas en condiciones. En total vi como unas cuatro estrellas fugaces. Sinceramente, nunca había visto tantas seguidas y de esa forma.

Es algo fabuloso, como una cosa puede ser a la vez tan luminosa, mágica y a la vez tan fugaz. Pensándolo con detenimiento, es como la propia vida.

Luminosa. Cual estrella que surca el cielo, al nacer, nosotros tratamos desde el principio de destacar, tratamos de que aunque sea por una milésima de segundo se nos tenga en cuenta, atraer la atención de los demás. Queremos que se maravillen con nosotros, con nuestra aptitud, pensamientos, que se embelesen con nuestro rastro luminoso y que en sus caras se dibuje una sonrisa bobalicona sólo por el hecho de habernos visto pasar.

Mágica. Que de dos células microscópicas pueda surgir algo tan complejo y maravilloso como es la vida, parece cosa de magia. Por supuesto, todo tiene su explicación, sin embargo siempre es necesario creer en algo. No hablo de religiones ni fe en nada, se puede creer simplemente en los principios éticos de cada uno. Y parece cosa de magia que el ser humano, pese a las diferencias entre los de su especie haya logrado sobrevivir tantísimo tiempo sin desaparecer.

Fugaz. La vida es un suspiro. No hay tiempo apenas para planteársela, ¿la solución? limitarse a vivirla y a disfrutarla. No pensar en el mañana.

La vida planteada como una metáfora de una estrella fugaz. Sin embargo, esta metáfora es aplicable a muchos más conceptos. Por supuesto, el amor.¿Alguien se atreve a negarme que el amor no es como una brillante luz mágica, sin embargo, en la mayoría de los casos efímero?

No soy pesimista, pero todo lo que empieza, tiene un final. Nuestro gran problema es que ese final, casi siempre nos destroza. Duele ver como esa luz se apaga, como esa magia desaparece para dar paso a una realidad en la que sólo nos vemos a nosotros mismos en el espejo. Sentimos como si desapareciera una parte importante que nos pertenecía. Entonces, ¿que hacer?

Es muy simple. Cuando vemos una estrella fugaz la emoción nos embarga, nos sentimos felices por haberla visto, pero al ser tan rápida lamentamos no haber podido disfrutar por más tiempo de su fulgor. Lo siguiente que sentimos es desorientación. Escrutamos el cielo en busca de una nueva estrella fugaz que nos haga sentir lo mismo, y por un momento experimentamos un tanto de desesperación por no encontrarla.

Tal vez aparezca otra o tal vez no. Podemos dejar que nuestra mente se relaje viendo el cielo y tal vez con suerte y sin que lo busquemos aparezca por fin esa estrella que tanto ansiábamos, pero no debemos sufrir por ello, sino disfrutar en el camino.

Lo que no te mata te hace más fuerte.