jueves, 12 de agosto de 2010

Like a star...


Hace poco comenzaron las lágrimas de San Lorenzo. Ayer mismo unas amigas, mi hermano y yo nos alejamos un tanto de la civilización para poder apreciar las estrellas en condiciones. En total vi como unas cuatro estrellas fugaces. Sinceramente, nunca había visto tantas seguidas y de esa forma.

Es algo fabuloso, como una cosa puede ser a la vez tan luminosa, mágica y a la vez tan fugaz. Pensándolo con detenimiento, es como la propia vida.

Luminosa. Cual estrella que surca el cielo, al nacer, nosotros tratamos desde el principio de destacar, tratamos de que aunque sea por una milésima de segundo se nos tenga en cuenta, atraer la atención de los demás. Queremos que se maravillen con nosotros, con nuestra aptitud, pensamientos, que se embelesen con nuestro rastro luminoso y que en sus caras se dibuje una sonrisa bobalicona sólo por el hecho de habernos visto pasar.

Mágica. Que de dos células microscópicas pueda surgir algo tan complejo y maravilloso como es la vida, parece cosa de magia. Por supuesto, todo tiene su explicación, sin embargo siempre es necesario creer en algo. No hablo de religiones ni fe en nada, se puede creer simplemente en los principios éticos de cada uno. Y parece cosa de magia que el ser humano, pese a las diferencias entre los de su especie haya logrado sobrevivir tantísimo tiempo sin desaparecer.

Fugaz. La vida es un suspiro. No hay tiempo apenas para planteársela, ¿la solución? limitarse a vivirla y a disfrutarla. No pensar en el mañana.

La vida planteada como una metáfora de una estrella fugaz. Sin embargo, esta metáfora es aplicable a muchos más conceptos. Por supuesto, el amor.¿Alguien se atreve a negarme que el amor no es como una brillante luz mágica, sin embargo, en la mayoría de los casos efímero?

No soy pesimista, pero todo lo que empieza, tiene un final. Nuestro gran problema es que ese final, casi siempre nos destroza. Duele ver como esa luz se apaga, como esa magia desaparece para dar paso a una realidad en la que sólo nos vemos a nosotros mismos en el espejo. Sentimos como si desapareciera una parte importante que nos pertenecía. Entonces, ¿que hacer?

Es muy simple. Cuando vemos una estrella fugaz la emoción nos embarga, nos sentimos felices por haberla visto, pero al ser tan rápida lamentamos no haber podido disfrutar por más tiempo de su fulgor. Lo siguiente que sentimos es desorientación. Escrutamos el cielo en busca de una nueva estrella fugaz que nos haga sentir lo mismo, y por un momento experimentamos un tanto de desesperación por no encontrarla.

Tal vez aparezca otra o tal vez no. Podemos dejar que nuestra mente se relaje viendo el cielo y tal vez con suerte y sin que lo busquemos aparezca por fin esa estrella que tanto ansiábamos, pero no debemos sufrir por ello, sino disfrutar en el camino.

Lo que no te mata te hace más fuerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario