sábado, 5 de febrero de 2011

Sin mirar el reloj

Cuando sientes que todo ha cambiado, cuando te das cuenta de que algo se está acabando, cuando al mirar atrás da un vuelco tu estómago porque te duele recordar, cuando te duele recordar porque hay cosas que no se volverán a repetir.

Sientes miedo, al qué pasará, a saber si todo podrá volver a ser como antes. Te da miedo hasta pensar. Algo que veías tan normal de repente se convierte en algo imprescindible en tu vida, porque sabes que era lo que la hacía especial. Esos pequeños detalles que día a día no tienes en cuenta son los que echas de menos, antes incluso de que pase el tiempo suficiente como para añorarlos.

Lo peor de todo es que no sabes qué es exactamente lo que ha cambiado y, sobre todo, no sabes de qué manera te va a repercutir. Tratas de imaginarlo, pero eso sólo te provoca un mayor malestar.

Pero, ¿sabes qué te digo? Que me da igual, que no puedo planear cada cosa que ocurre, que no puedo planificar cada salto de mi vida. Al igual que un sólo momento pudo cambiarlo todo, también puede haber otro nuevo que lo vuelva a cambiar. Por mucho que trate de controlarlo ocurrirá, no sé en qué sentido, nadie lo sabe. Sólo sé que hay cosas que siempre perduran, por eso no queda otra que ver hasta qué punto pueden hacerlo.

El tiempo es un arma que va en contra, que nos consume a cada paso, sin embargo también es el que nos enseña el camino y el que nos va aclarando dudas. Como decía la canción "¿Qué será, será? el tiempo nos lo dirá". Ojalá el tiempo juegue a nuestro favor. Si no, habrá que ser feliz de todas formas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario