miércoles, 30 de junio de 2010

Pequeñas ovejas intransigentes

¿Qué derecho te crees que tienes de mandarme callar? ¿Quién te ha dicho que tú tengas razón y yo no? ¿Acaso tus ideales son mejores que los míos? Entonces, ¿por qué tratas de imponérmelos? La respuesta es muy simple: porque la única manera que tienes de que alguien comparta tu opinión es imponiéndola por la fuerza.
No sabes razonar, de hecho dudo que poseas razón. Tratas a los que son diferentes como seres inferiores por el simple hecho de no ser como tú, o de no pensar como tú. Plantéatelo, ¿crees que si todo el mundo fuera como tú quedaría alguien sobre la faz de la tierra? Pues no, porque si cada uno nos dedicamos a presionar e imponer nadie cede.

No te estoy hablando de anarquía, no te confundas, te estoy hablando de algo mucho más sencillo, el respeto. El respeto hacia los demás, hacia la raza humana, hacia ti mismo. En este caso, respeto no implica obediencia pura y dura, simplemente significa ser objetivos, abiertos, ver más allá de tus propias narices. ¿Tienes miedo? Jamás lo vas a admitir, lo que no entiendo entonces es porqué lo condenas. No se puede generalizar, no todos vamos en el mismo saco, eso es precisamente lo magnífico del hombre, que cada uno somos distinto. ¿De veras crees que la vida tendría sentido si fuéramos clones? No, y por eso vuelvo a preguntarme ¿por qué castigas lo diferente? ¿Por qué lo odias? Para odiar algo, primero tienes que haberlo querido, tienes que haber sufrido una gran decepción o te tiene que haber hecho mucho daño, sin embargo no puedes pretender odiar a un gran grupo. No conoces ni conocerás a cada integrante de él. Por eso mismo no tienes ningún derecho a juzgar sin saber, y mucho menos a tratar de deshacerte de ello.

Mucho hablar todo el día del paro, de la vivienda, de política, de sexo, de alcohol y drogas; son temas importantes, no lo pongo en duda, pero ¿qué hay de los valores primeros? Están olvidados. A casi nadie le importa la gente que cada día sufre maltratos o discriminaciones sólo por el hecho de haber nacido diferente. A esa persona cuando nació nadie le dio a elegir, al igual que a ninguno de nosotros, sin embargo hay gente que se cree capaz de decidir que así fue. Una justicia divina que Dios sabe quién le otorgó, hace que esa persona juzgue y actúe según su santo criterio, y a quien le pese… ¡también será juzgado! Y bajo esa norma impuesta no tendrá ni voz ni voto.

Si, así va el mundo, y si sigues creyendo que haces lo correcto al final todo se irá a la mierda. Porque gente como tú, desgraciadamente, hay mucha y la imposición del pensamiento es algo que muchos seres humanos tienden a hacer. Aunque mi cuestión es: ¿qué tenéis pensado hacer cuando todos llevéis a cabo esta forma de ser? Si todos tratáis de imponer lo que pensáis, finalmente ¿quién se llevará la razón?

Pues ocurrirá lo que ocurre siempre, habrá un líder. Como bien dice la frase “en el país de los ciegos el tuerto es el rey”, siempre habrá alguien con mayor apoyo que os acabará dominando a todos. Y aquellas grandes ideas que tratabais de que fueran la única idea, todas ellas, se irán condensando en una gran nube sin importancia, donde sólo quedarán resquicios de pensamientos que tengáis todos en común, pero que sobre todo tenga vuestro líder. Y cómo no, alzaréis vuestra cabeza y balaréis al unísono como buen rebaño que sois dando gracias por no ser diferentes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario