lunes, 22 de marzo de 2010

Edison ya lo había dicho

¿Llegará algún día?¿Hace falta que vaya a buscarle? Definitivamente no lo sé.
Estas dos preguntas pueden planteárseme en diversas situaciones:
- Situación primera: puedo estar hablando de un amigo que se ha ido de viaje y por el que estoy impaciente porque regrese.
- Situación segunda: ídem pero sustituyamos al amigo por el resultado de un examen.
- Situación tercera y la que la mayoría identificaría: el amor.

Esta tercera situación es la más común de las tres y, las preguntas que formulé al principio, la mayoría de las personas nos las planteamos alguna vez en la vida con relación a él. Esto demuestra que la mayoría de la gente da mucha importancia al tema, pero ¿por qué se da tanta importancia al amor? Más que al amor, a la búsqueda del mismo.

La respuesta es simple: necesitamos completarnos. Sin darnos cuenta en nuestro interior estamos fragmentados y, sin darnos cuenta, nos pasamos la vida tratando de llenar ese hueco. Es fabuloso que lo hagamos y pongamos empeño en ello pero, en muchas ocasiones, nos centramos tanto en la idea de tapar ese vacío que descuidamos otras partes que también son necesarias para estar completos.

Sí, el amor es una parte importante y todos lo anhelamos, sin embargo lo perfecto sería realizar esa búsqueda pero sin dejar de lado el resto.

¿De qué sirve estar enamorado sino tienes un amigo al que contárselo?

¿Puedes haber invertido tu vida en la idolatración de un ser perfecto que no conocías y cuando lo tienes no hay nadie más a quien le pueda interesar?

Estas cuestiones no sólo justifican mi opinión acerca de las demás partes sino que reafirman otro pensamiento que me viene a la mente: buscamos el amor, pero lo hacemos sólo pensando en el fin, en lo que tengamos con aquella persona especial. ¿Y si lo mejor de la búsqueda del amor es la propia búsqueda? Aquella en la que riamos, lloremos, disfrutemos o deseemos morirnos. Esos malos ratos y buenos. Aquellas personas que están ahí para reir con nosotros, que nos consuelan cuando sale mal y que pase lo que pase llenaran un hueco, para bien o para mal.

¿Cómo saber cómo es nuestra pareja perfecta si antes no hemos conocido a ninguna que no lo sea? Como dijo Edison cuando inventó la bombilla tras más de 1000 intentos: "No son fracasos, he conseguido saber 1000 formas de cómo no se debe hacer una bombilla".

domingo, 14 de marzo de 2010

Uno meloso tenía que haber

Amistad: esa palabra tan gratuitamente usada en los tiempos que corren. Amo la amistad, amo a mis amigos pero ¿realmente ellos lo hacen de la misma manera?
Amistad, esa palabra que hace referencia a la unión de dos personas con fines únicamente lúdicos y sentimentales, de ningún modo sexual ni carnal.

A un amigo cuando le veo no quiero besarlo

A un amigo cuando le veo no pienso sólo en rozar su piel

De un amigo no busco siempre su atención ni me muero con cada sonrisa suya...

Mi lógica pues, me lleva a una cuestión: ¿por qué se me considera tu amiga si siento todo lo anterior cada vez que estoy contigo?

No estoy enamorada, no puedo estarlo. No te conozco lo suficiente como para merecerme un gesto que implique más que amistad entre tú y yo pero, según esto, tampoco te conocería lo suficiente como para ser tu confidente.

Me encanta escucharte, me alivia poder ayudarte, me enloquece que cuentes conmigo, pero hay cosas que duelen. Mis ojos, en esos momentos, se desvían a cualquier parte que no sean los tuyos, tratando de poner una pared invisible entre tu voz y mis oídos.

Tal vez haya sido yo, la que se ha confundido desde el principio. Me esforcé demasiado por ser más que una amiga y a lo mejor no logré ver que podía serlo, y de las mejores, y que sería lo bueno de nuestra relación. Una nueva pregunta me surge: ¿de verdad lo que quiero es perder tus risas a cambio de un beso que seguramente no lleve a ninguna parte y del que alguno de los dos, seguramente tú, se arrepienta?

Amistad, es necesaria en numerosas ocasiones y sana heridas.

Un abrazo que transmita toda la confianza del mundo y la seguridad de que no estás sola, en ocasiones ayuda más que un beso que no cosquilleé el estómago.