jueves, 31 de diciembre de 2009

Relato

Todo el día venga a criticar. No hacía otra cosa nada más que quejarse de lo que había en la tele, de lo que hacían las personas, de lo que no hacían… el caso era estar siempre protestando. Un día todo aquello le iba a pasar factura.
Luis nunca se mordía la lengua. El día que le dieron la paliza, a la vez que le atestaban golpes en el estómago, seguía dando voces, insultando a sus agresores. Era de esperar que, como consecuencia, éstos se cabrearan más y le golpearan con mayor intensidad.
Todo comenzó debido a que Luis, caminando cierto día por una avenida cercana al metro, recibió una llamada al teléfono móvil. Su madre estaba alterada:
- ¿Se puede saber dónde narices estás?-le dijo la mujer con tono de impaciencia
- Joder mamá, tranquilízate, estoy llegando al metro.
- ¿En que estación estás?- preguntó preocupada
- En la del Oeste.
-Vamos, date prisa, no me gusta nada ese barrio… ten cuidado, por favor-dijo su madre nerviosa.
- No te preocupes mamá, la gentuza de por aquí no me preocupa; son un asco, pero si se ponen tontos les aplico un correctivo- dijo en tono de mofa.
- ¿Ah si? Pues empieza por corregirte la hostia que te voy a dar en la cara- dijo de repente alguien que no estaba al otro lado del teléfono.
El móvil cayó de su oreja por pura inercia y, en cuanto se dio cuenta de la situación, puso pies en polvorosa. Corrió y corrió hasta quedarse sin fuerzas, tuvo que parar a coger aire. Ese fue el error. Fue internándose en el callejón, rodeado por un grupo de unas veinte personas armadas hasta los dientes. Lo último que recuerda es una cadena de metal aproximándose a su asustada cara.
Despertó sobre un espacio mullido. No había nadie a su alrededor. Quería gritar, pero ningún sonido salía de su garganta. Lentamente, llevó su mano hacía su garganta y palpó su piel: todo en orden. Paulatinamente, fue recorriendo más partes de su cuerpo verificando que no hubiera anomalías. Respiró hondo. Lo peor había pasado. Tosió: eso le dio fuerzas para pronunciar una palabra:
- ¡Mamá!- dijo con voz quebrada.
-Aquí estoy hijo, ¿qué ocurre?- con voz esperanzada, su madre se levantó del sillón de al lado de la cama.
- Nada, ¡que odio los hospitales!
-Hijo mío… nunca cambiarás- reprochó su madre a la vez que una pequeña sonrisa se dibujaba en su cara.
...

domingo, 27 de diciembre de 2009

TRT

Se oyen voces en mitad de un parque, se distinguen a pesar del ruido de los coches que circulan cercanos. Los gritos de "¡Papá, papá!" resuenan entre las copas de los árboles. El ladrido de un perro indica que el mensaje a llegado a su dueño. Ese hombre desconocido se gira, desconcertado ante tal denominación por parte de la chica. ¡Papá! se sigue escuchando. "Papá" se gira y se da la vuelta indignado para continuar con su paseo habitual. ¡Tan sólo eran dos muchachas con sendas litronas de cerveza gritando sandeces!
Nunca había relatado este hecho de una manera más literaria, visto así hasta podríamos merecer unas memorias por lo ocurrido aunque, contando con cada una de nuestras historias, harían falta más de cien ejemplares.
Todo comenzó en el colegio. Me encontraba ya en los últimos cursos de primaria. Ella estaba en un curso superior y, no voy a negarlo, me inspiraba bastante temor. Era una de esas chicas que ves toda la vida pero que nunca llegas a conocer. El momento llegó años después, en tercero de la ESO. Por motivos de la vida acabó repitiendo el curso y nos encontramos en la misma clase. Una compañera más, ¿por qué iba a ser distinta? Poco a poco mis amigas fueron introduciéndola en el grupo, ¿y a mi qué?-me decía yo misma-pues una amiga más ya ves... nos llevábamos bien, como con cualquier otra persona del grupo. ¿Cómo sospechar que detrás de aquella aguda voz y aquellos rizos se iba a encontrar la que ha sido, es y será una de las personas más especiales en mi vida? Fue hace dos veranos cuando, no sé cómo exactamente, descubrí que no había otra igual que ella. Que no había otra tan excéntrica, tan divertida, tan comprensiva, tan admirable, que me conociera tan bien. En la mayoría de las ocasiones sobraban las palabras, ¿acaso es necesario hablar por hablar? Para nosotras no.
Un año, un infierno. Ella siempre a mi lado. ¿Lo que no rompió mi ansiedad acaso lo romperá la distancia? Es un pregunta simple con una respuesta obvia.
Me as animado a esto, es lo mínimo. Por una amiga
Sobran las palabras

sábado, 26 de diciembre de 2009

Daydream believer!


She's got the look!¿Quién no ha escuchado nunca esta frase tan mítica de esta canción tan mitica? Pues hasta hace muy poco desconocía su origen, es decir, que había sido interpretada por "Roxette" años atrás.
Necesitaba escuchar algo nuevo, estaba harta de la misma música de siempre. Hace tan sólo unos días una curiosidad me invadió, el heavy. Crecer con un hermano amante de esta música me daba la ventaja de conocer ciertos grupos y de reconocer algunas canciones, pero quería conocer más, comprender, quería aficionarme. Mi nivel de inglés no es nada del otro mundo, siempre he envidiado a las personas que son capaces de aprenderse una canción en esta lengua con tan sólo escucharla un par de veces. Con todo esto pedí ayuda a mi hermano, le pedí algún CD de Iron Maiden, escuchamos juntos alguna de las míticas...aunque acabé descubriendo otras cosas.
Por la mañana llegué al salón, inicialmente con la idea de escrutar libros de artes para comenzar un trabajo, sin embargo fijé mi atención en los cajones repletos de discos de debajo de la televisión. Los había contemplado miles de veces, pero nunca me había fijado realmente en los artistas que allí figuraban: desde los Bee Gees hasta Don McLeen, pasando por grupos como The Police y Joaquín Sabina. De la mayoría pensaba no conocer ni una sola canción, pero de nuevo la curiosidad me venció. ¡Vaya sorpresa la mía! Canciones que había escuchado muchas veces, ya fuera en películas, en anuncios publicitarios o de pequeña en el tocadiscos de mi padre. Ahí estaban.
Escogí distintos grupos y pasé los discos a mi ordenador. ¿Por qué ha cambiado tanto la música? Ahora únicamente se busca lo comercial, ya no importa lo que transmita o no una canción, bueno excepto tal vez para ciertos grupos de adolescentes. ¿ Se han fijado en que la mayoría de canciones de ahora hablan todas de lo mismo? Sinceramente, aburren. También es cierto que hace años la situación en el mundo era distinta y muchas composiciones no eran otra cosa que modos de protesta, pero ¿es que acaso los jóvenes de hoy no protestamos? Sí, lo hacemos, pero protestamos por cosas irrelevantes y mundanas, ¿por qué? porque lo difícil está hecho, ellos lo hicieron y nosotros nos conformamos. Esto se demuestra viendo el tipo de música que se escucha hoy en día. Nos quejamos de la imagen que damos pero ¿qué reflejo pretendemos mostrar en el espejo de la sociedad si el monotema de la música de hoy en día es "el amor"? Dice mucho de una generación que su mayor preocupación sea "sentir un sentimiento demasiado sentimental"... ¿De que os podéis quejar si sois muy conformistas?
La curiosidad por descubrir música ya antes descubierta me ha hecho pensar esto a mi, con 18 años, lo cual me plantea ¿que concepto tan negativo tendrán nuestros mayores sobre nosotros? Para avanzar, a veces es necesario mirar hacia atrás.

viernes, 25 de diciembre de 2009

Recordando viejos tiempos

Y sin comerlo ni beberlo he acabado viendo mi antiguo correo. ¡Qué rara es esta vida! Dije "bueno, voy a meterme a mi dirección antigua, que mi prima me manda correos y tendre que verlos y hacer el papel de buena prima". 678 mensajes sin leer en la bandeja de entrada, ¡madre de Dios! aún así, no he podido evitar ir a los del final, no se porqué. Será que en los nuevos sólo encuentro publicidad y ñoñerías. Y qué avalancha de sinrazón se me ha echado encima.
No recordaba la mayoría de los mensajes que ahí había todavía. ¿Cómo pude ser tan ingenua?¿Es que acaso hace tres años tenía algún tipo de discapacidad o de dislexia que me impidiera darme cuenta de la realidad? Decía que me quería. Hizo un viaje, se fue a Nueva York. Por suerte no me trajo un típico souvenir... tan sólo ropa interior. Creo que me autobloqueaba una parte de mi cerebro para que no procesara esa información. Él ya estaba ocupado, pero me quería. Me quería, me quiso, me iba a seguir queriendo, "las" quiso y, según él, hasta me quiere ahora. Después de decirnos un adiós forzado, y no gracias a mi. Él quería lo que yo no, como consecuencia acabó por no querer ni lo que yo no quería.
Pensamientos como este me asaltaban hace un rato cuando revisé el correo. El otro día discutimos. Le duele ver que avanzo, que no me estanco, que ya no estoy ciega, que no hay nadie que aguante sus milongas. Bueno, si que hay alguien, pobrecilla.
Se inventaba palabras ¿sabéis? y por lo visto también sentimientos. Sé que esto puede parecer una carta de total despecho, de enfado, de "no te he olvidado"... pero lo que es en realidad es una mirada al pasado, a mi "yo" del pasado. A cómo he evolucionado y he aprendido a ser distinta. Más que reclamar unas disculpas estoy dando las gracias. Sí, las gracias. Gracias por haberme ayudado a ser mejor persona evitando tu manera de ser, gracias por haberme hecho tanto daño para ahora saber que el mundo es algo más que una persona y, sobre todo, gracias por haberme enseñado lo que no era disfrutar, porque ahora sí que lo se.
La historia de la que hablo pasó hace unos tres años(no estoy ni segura), y en estos tres últimos años he aprendido de todo...excepto a que no debo revisar el correo antiguo.
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jueves, 24 de diciembre de 2009

Noche-buena?

Hoy me apetece escribir. Podría hacer todos los textos que tengo pendientes, pero creo que me apetece más hablar de lo que siento. Nochebuena, conmemoración del nacimiento de Cristo según la Santa Iglesia Católica, ¿alguien se acordaba? Yo sólo a veces, cuando guardo la cartera en el bolso después de gastar dinero. ¿Y qué? Yo no creo en ningún dios, pero tampoco creo en la hipocresía. Yo no celebro el nacimiento de nadie, celebro la unión de mis seres queridos una vez al año aunque sea.
Me alegro por las risas, los reencuentros, la sidra, la comida, la felicidad que flota en el ambiente; y una de las cosas que más me llaman la atención es la ilusión de los niños. Para ellos están hechas estas fiestas. Da igual que no crean o que ni siquiera sepan qué es lo que tienen que creer; tienen más fe que nadie, fe en tres personajes imaginarios que no les fallan ningún año. Pero a los demás ¿qué nos queda? Me autorrespondo: nos queda sentarnos a la misma mesa que nuestros familiares un par de noches al año e intentar ser felices y pensar que todo es bonito durante ese rato. Nos esforzamos tanto que llegamos a creernos que lo somos, luego acabamos siendo felices porque pensamos que debemos serlo, ¿qué más podemos pedir? ¿acaso existe la felicidad?No, la felicidad no existe, sólo momentos felices que a veces llegan a nosotros por el mero hecho de esforzarnos en tenerlos.
Pese a esto, estar unidos en esas fechas es uno de los mejores momentos del año. Hasta hace poco me hacía mucha más ilusión. Ahora falta ella. Otros años apenas me daba cuenta de que estaba allí, estaba acostumbrada a ello y no concebía una reunión familiar sin ella. Pero ahora ya no está, y su hueco cada vez es más perceptible a nuestros ojos. Y no sólo a nuestros ojos, sino sobretodo a nuestros corazones, a nuestra manera de ver la vida, a mi manera de ver la vida. No por ello pasaré la noche meditabunda y cabizbaja, se que ella querría que se celebrara la Navidad con alegría al igual que yo; cada una por sus razones particulares: ella por el nacimiento de Cristo y yo por el simple hecho de estar juntos, pero lo que está claro es que ambas coincidiríamos.
La Navidad ya no es lo mismo, pero es que mi vida tampoco lo es.
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